LOS VALORES DEL TRABAJO, EL DEBER Y EL MÉRITO EN LA PRÁCTICA PROFESIONAL
I. INTRODUCCIÓN
La
presente investigación tiene como finalidad realizar un juicio y análisis
crítico del Libro de José Ingenieros titulado “Las Fuerzas Morales”, donde
sostiene que el hombre atesora un idealismo ético en función de la experiencia
social, adquiriendo un valor moral que a su vez expresa su sentir, pensar cómo
debe y obrar como quiere.
Cada
generación renueva sus ideales, donde surge esta pregunta ¿Las nuevas
generaciones, los renovaron, los mantuvieron, los cambiaron o los perdieron?,
trata de reflejar la actualidad del ahora que ha pasado con nuestros valores y
su nueva interpretación.
II. ARGUMENTO
DEL TRABAJO
"El
derecho a la vida está condicionado por el derecho del trabajo. Todo lo que es
orgullo de la humanidad es fruto de su trabajo. El trabajo da vigor al músculo
y ritmo al pensamiento, firmeza al pulso y gracia a las ideas, calor al
corazón, temple al carácter. La perfección del hombre es obra suya. Sólo por él
consigue la libertad y depende de sí mismo, afirmando su señorío en la
Naturaleza.
El
trabajo es un deber social. Los que viven sin trabajo son parásitos mal sanos,
usurpando a otros hombres una parte de su labor común. La más justa fórmula de
la moral social ordena imperativamente: "el que no trabaja no come".
Quien nada aporta a la colmena no tiene derecho de probar la miel.

DEL DEBER
“Las
fuerzas morales convergen al sentimiento del deber”, la personalidad solo es
coherente y definida en quien llega a formularse deberes inflexibles, crea una
conciencia en cada uno de los individuos, por ende una conciencia a la
sociedad, impone el bien y execra el mal. Los deberes van de la mano con los
derechos humanos, con su cumplimiento para poder tener una sociedad justa.
“El
deber es un corolario de la vida en sociedad”, si la moral es social, los
deberes son sociales. Si la justicia fuese perfecta en la sociedad, podría
conseguirse el deber absoluto pero la injusticia ha existido y existe, creando
el privilegio que viola los derechos humanos. Cuando los derechos son
respetados, el hombre cumple con sus deberes.

DEL MÉRITO
El
mérito está en ser y no en parecer, en la cosa y no en la sombra. Construir una
doctrina, arar un campo, crear una industria, escribir un poema, son obras
cuajadas de mérito, nimban de luz la frente y en ella encienden una chispa de
personalidad.
La
servidumbre moral es precio del rango injusto. En las generaciones sin ideales
se advierte una sorda confabulación de mediocridades contra el mérito. Todos
los incapaces de crear su propio destino conjugan sus impotencias y las
condensan en culto cuantitativo de la actitud suplanta el respeto cualitativo
de la aptitud.
El mérito puede medirse
por las resistencias que provoca. Los jóvenes que alienten ideales deben
conocer esos peligros y estar dispuestos a vencerlos. En el campo de la acción,
del pensamiento y del arte, el mérito vive rodeado de adversarios; la falta de
estos en inapelable testimonio de insignificancia. Sobresalir es incomodar, las medianías se
creen insuperables y no se resignan a celebrar el mérito de quien las
desengaña.

III. CONCLUSIÓN
La construcción
sistemática de Ingenieros representa un esfuerzo original en nuestro medio, a
la par de fecundo para el incentivo de las vocaciones intelectuales en general,
y filosóficas en particular.
En nuestras sociedades,
las informaciones, el ocio, los consejos del bienestar están más presentes que
la exigencia de cumplir con nuestros deberes.
Las lecciones
intransigentes de la moral han abandonado el espacio público y privado, el
imperativo maximalista de corazón puro, las llamadas a la devoción absoluta, el
ideal hiperbólico de vivir para el prójimo, todas esas exhortaciones han dejado
de tener resonancia colectiva; en todas partes reina la desvitalización de la
forma-deber, el debilitamiento de la norma moral infinita característica de las
nuevas democracias.
Lo que con muy poca
precisión se llama "regreso de la moral" no hace sino precipitar la
salida de la época moralista de las democracias instituyendo una "moral
sin obligación ni sanción" acorde con las aspiraciones de masas de las
democracias individualistas-hedonistas.
Deberíamos concluir sin
temor a equivocarnos que los valores, como los concebía Ingenieros, hoy se han
perdido o en el mejor de los casos han cambiado sin poder afirmar los futuros
resultados de esos cambios.
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